miércoles, 6 de abril de 2016

Que la honestidad política venga del campo.

Por: Diego Mauricio Higuera Jiménez. Ph.D.
Las democracias son cómo la conocida historia del barco sin capitán en altamar, en el cual los marinos, a manera de pueblo soberano, deben decidir entre las dos propuestas más notorias, de un lado un remero razonable insiste en que para llegar a feliz puerto deben aumentarse las horas de remo y que la comida no alcanzará si no se disminuyen las raciones, intenta arcaicamente sumar y demostrar su dicho, expone motivos y antecedentes, de otro lado, se escucha a un viejo oficial de simple consigna, “si me apoyan como capitán menos remo y mas comida”.
La decisión es fatalmente clara, votan y después botan por la borda al marino de a remo, el barco nunca llega y todos mueren de hambre. La demagogia barata trae promesas incumplidas y malestar general, tal como los concejos comunales que se realizaron en Boyacá hace unos años, tal como las promesas tras el paro agrario, tal como los dichos de campañas, ni planta de alcohol carburante, ni apoyo con miras al TLC, solo promesa. En cambio, la autentica democracia implica compromiso en la elección y vigilancia en la ejecución.
Por tal razón es indispensable una política pública para la implementación de las veedurías ciudadanas campesinas, y así como Europa hizo un pacto de no olvido y nunca más al holocausto Nazi, nosotros podemos hacer lo propio para que nunca más un invertido Robín Hood robe a los campesino trabajadores y honrados para entregar dineros a los ricos, llámese Felipe Arias (prófugo de la justicia), o como sea este antihéroe.
La participación ciudadana es indispensable para evitar las desviaciones de los gobiernos y verificar que sus promesas si sean cumplidas, en vez de discursos baratos de “menos remo”. El parlamento alemán, como recordatorio del horror de Hitler y sus cómplices, tiene escaleras que llevan a un techo de cristal desde el cual se puede ver que discuten y como lo hacen los congresistas, para que nunca más se desvíe el poder. Los futuros representantes del pueblo deben formular políticas que estén encaminadas a la participación ciudadana y den garantía de la transparencia que todo lo desinfecta Y como la población en muchas ocasiones no conoce o no cree en estas veedurías la primera política en nuestro futuro como departamento debe ser la implementación de un programa de formación, apoyo y estimulo a las veedurías ciudadanas campesinas para Boyacá, esperemos que con ruana puesta el Gobernador Amaya vea esta oportunidad.
Si divulgamos, educamos y facilitamos la participación del campesinado en la gestión de los gobiernos, podremos llegar a feliz puerto en nuestra historia y traer el bienestar que tanto merece el campesino Boyacense conocido por ser noble, trabajador y muy honrado.

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