En esta circunstancia Feinmann hace una reflexión acerca de si existe una verdadera filosofía propia de Latinoamérica. En vista de todos las coyunturas sociales y políticas que ha tenido que vivir y de las diversas problemáticas que afrontan los países latinoamericanos es evidente que surgen muchos pensadores, y que por consiguiente, es apenas lógico que América se piense a sí misma y se construya con ideas.
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